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domingo, 25 de julio de 2010

04 Un poco sobre el origen de los apllidos

Sobre este tema hay cada vez mas información en internet. La Etimología de Apellidos Vascos, por Isaac Lopez-Mendizabal, contiene abundante material sobre esos apellidos.


La idea principal de este blog (Web+log) es publicar material hasta ahora inédito de la vida del precursor en Venezuela del apellido Uzcátegui, Francisco de Uscategui y Aguinaco, sin embargo reproduzco un pequeño resumen de lo recabado en relación al origen de los apellidos.


A diferencia que en la Roma de la Edad Media donde se usaron los dos tipos de apellidos, los Patronímicos que derivan del nombre propio de una persona y los Toponímicos que hacen referencia a un lugar, planta o cosa, etc. en el País Vasco prevaleció la tendencia toponímica principalmente referida a las plantas y en particular al helecho como en los apellidos Iriarte que significa “entre helechos” o Iragorri “helecho rojo”. Es el helecho el principal vegetal para el agricultor vasco. Por eso se ve extendido y cuidado por todo el país. Madame Guillaumie-Reicher, reconocida escritora de temas vascos, ha dicho, con razón, que "es la planta fundamental de la flora vasca".


En el País Vasco han sido utilizados en mayor escala las plantas menores y arbustos mas que los árboles. La explicación parece obedecer a que el vasco primitivo (época glacial) conoció el país tan solo con plantas pequeñas, hierbas y arbustos, viniendo mas tarde a aparecer las plantas mayores y los árboles. De ahí, la explicación de este curioso fenómeno. El vasco primitivo fue antes que agricultor, pastor y de ahí la gran importancia que daba a las plantas, de las cuales vivían sus rebaños, así como las que utilizaba en otros usos. Para hacer fuego es probable que el vasco antiguo, como sucede también hoy en día, en los países donde no hay árboles, emplease principalmente la retama, un pequeño arbusto cuya madera al arder produce alto nivel de calor, y que es llamada en euskera isats y también ikatz, de donde provendría el nombre actual del carbón vegetal, llamado por eso ikatz. Al parecer IKATZ está relacionada con la raíz semita Kr*, que da lugar a términos que desde el hebreo y arameo hasta el asirio y el etíope, relacionan ideas de calor, horno, fogón, carbón etc. También emplearía con dicho fin el arbusto llamado egur, o sea la salicaria quedando después ese nombre de egur, aplicado al de la leña cortada para hacer el fuego. (Tomado de internet)


Algunas plantas herbáceas y arbustos y su radical vasca

Avena (olo, oro, ordo, urdo, usto, usta, alo)

Grama (asa, aski, oski, otsa, otso, otsaur, osa, oza, usa, usi, uso)

Helecho (aro, garo, iratz, irastor, ira, iri, uri, uru, ara, ala, irar, idar, igar)

Heno (alde, albitz, arbe, arbi, erbi)

Retama (isatz, izats, ikatz, izutz).


Los apellidos toponímicos son los mas comunes y variados. Este confuso y polémico tema puede también resultar gracioso.


Apellidos zoónimos: Borrego, Buey, Conejo, Vaca, Tigre, etc. Posiblemente a causas como que el individuo criara, cazara o vendiera tal animal, o por la semejanza física del individuo con éste, por comparación de sus aptitudes, defectos u otras características, por alguna anécdota relacionada con el animal, etc.


Apellidos procedentes de apodos: Bajo, Feo, Gordo, Rubio, Calvo, Cano, etc, aludiendo a características físicas. Alegre, Bueno, Salado, Moral, Cándido, etc, refiriéndose a características morales. Otros apodos que se puedan imaginar vinculados a anécdotas o circunstancias relacionadas con la vida del individuo: Botella, Capote, Tocino, Porras, etc. El apodo es al parecer el procedimiento más antiguo que existe para distinguir a las personas, y todavía hoy está muy extendido con mayor intensidad en las zonas rurales que en las urbanas.


Apellidos referentes a circunstancias del nacimiento, a la ilegitimidad del nacimiento o a la paternidad desconocida, etc.: Bastardo, Expósito, Tirado, etc.


Referentes a lazos de parentescos, edad, estado civil, etc: Casado, Mayor, Nieto, Sobrino, Viejo, etc.


Referentes a plantas: Cebolla, Oliva (o), Trigo, Maíz, etc.


También era muy frecuente aplicar como nombres de nacimiento fórmulas natalicias de buen augurio, como Buendía, Alegre, y alusivos a consagraciones a Dios o a hechos y fiestas de la liturgia católica, como Diosdado, De Jesús, De Dios, etc.

Abundan los apellidos a los cuales resulta difícil o imposible asegurarles una etimología. Algunas veces esta imposibilidad se debe a que corresponden a apellidos muy antiguos, en algunos casos prerromanos, como García o Muñoz. Con relación al apellido García hay una anécdota que dice que cuando la invasión agarena a España allá por 711 y que duró por mas de 7 siglos, hizo que todos los habitantes se salvasen como pudieran, abandonando sus hogares, deshaciéndose en la desbandada las familias, que perdieron hasta la noción de sus nombres propios. Tal vez por eso se empezó a adoptar por muchísimos el de Garsia o García, y así quedó la conocida frase de que "Quien nombre no tenía, García se ponía". Los reyes de Navarra, Sancho y García son los que popularizaron estos nombres. (Etimologías de Apellidos Vascos, por Isaac Lopez-Mendizabal, pag. 13)


Pero no fueron éstos solamente los cambios efectuados, y así, por ejemplo, se dice que cuando el apellido iba unido o seguía al solar o a los bienes heredados que recaían en una mujer, el hijo heredero tomaba el apellido de la madre, puesto que su esposo era segundón sin herencia. Es así como una rama de los Sierras, fundado por un hijo de Muñantones, tomó este apellido de la madre, poseedora del solar del mismo nombre. Sin embargo, estos cambios no eran muy frecuentes, usándose y heredándose en general el primer apellido de los antepasados. En otros casos se adoptaba un apellido diferente al los paternos para heredar un mayorazgo que establecía que quien lo heredera debía tener ese apellido.


En Brasil es actualmente costumbre legalizada que se ponga en primer lugar el apellido materno y en segundo el paterno. El famoso autor de -El imposible vencido- P. Manuel de Larramendi, se llamaba en realidad, Garagorri y Larramendi, habiendo adoptado el apellido materno.


Hubo también muchos casos de unión de dos apellidos, como Ozaeta-Gallaiztegui, unidos en 1525, en Bergara (Guerra, padrón de Guipúzcoa, pag. 504), Arrese-Igos, Zabala-Antxieta, etc. El caso más lamentable ha sido el ocurrido en algunos puntos de Navarra, (véase E. Munarriz Urtasum: -El cambio de apellidos en la vieja Navarra-, -Rev. Int. de Est. Vascos, 1923, pag. 402), quien dice que en el siglo XVIII en Falces, Artajona y otros puntos, la gente se cambiaba los apellidos vascongados, que, sin duda, resultaban difíciles de pronunciar para ponerse otros castellanos. Así un señor con el apellido Imirizaldu, lo cambiaba por el de Fuentes, y tres hermanos Irumberri, aparecen, el uno conservando el apellido, y los otros dos con los de Balanza y Monreal respectivamente".


Origen del apellido Maldonado (anécdota tomada de internet)

En la iglesia de Santa María de un lugar llamado Maderuelo se encuentra un sepulcro con la siguiente inscripción "Aquí yaze el noble caballero Hernando Maldonado" Hernán Pérez de Aldana, según unos, o Nuño Pérez de Aldana, el fundador del apellido Maldonado. Éste fue señor de esta casa y de otras muchas posesiones, y no vivió, como algunos autores afirman, en los tiempos del Rey Don Alonso el Magno, sino en el reinado de Don Fernando II de León, alcanzando también el de su sobrino Alfonso VIII. Eran los tiempos de la Cuarta Cruzada alrededor de los años 1158-1214. En los tiempos de éste último Rey sucedió este episodio que fue la razón para que cambiara Aldana por el de Maldonado, así convirtiéndose en el fundador de este linaje Maldonado del que somos parte hasta este día. Lo referiremos ajustándonos a la forma en que lo hacen las crónicas antiguas:


"Don Hernán Pérez de Aldana estaba gravemente enfermo, se encomendó a nuestra señora la virgen, prometiendo visitarla si le devolvía la salud, y apenas mejoró un tanto, se puso en camino desde Galicia hacia las ásperas montañas de Cataluña. Con el cansancio y las molestias de tan largo viaje se recrudeció su dolencia, de modo que fue preciso ponerle una cama en uno de los ángulos de la iglesia para que pudiera hacer la novena que había ofrecido. Llegada la fiesta de la Natividad de la Virgen, el 8 de Septiembre, se llenó por completo el templo de fieles deseosos de presenciar las ceremonias litúrgicas.


Uno de los peregrinos, llamado Guillermo, Duque de Normandía, sobrino del Rey Felipe de Francia, no hallando otro lugar más despejado de gentes en toda la iglesia que aquél donde estaba la cama del mencionado D. Hernán o Nuño Pérez de Aldana, se permitió la libertad de ponerse de pie en ella para ver mejor las ceremonias, y agraviado D. Hernán, tanto por la molestia que le causaba el Duque como por su falta de atención, le dijo:


- Ruegoos, en cortesía, caballero, busquéis otro sitio en que mejor podáis estar, que vuestros pies me incomodan.


A lo que contestó el Duque Guillermo con altanería:

- No te incomodarían si supieses quien soy.


Replicándole el enfermo:

- Tu también, si me conocieses, me hicieras más cortesía.


Pero, lejos de ceder, volvió a contestarle el Duque:

- No me des ocasión para que ponga los pies de modo que los sientas.


Estas palabras acabaron de agraviar al de Aldana, y lleno de indignación, replicó al Duque:

- Prométoos que si esta Señora, a cuya devoción vine, me escapa de lo que padezco, iré a tomar enmienda de la injuria recibida en su casa.


Pero escarneciendo el Duque la amenaza, la desechó riéndose.


Sanó el de Aldana y convocó a sus más principales parientes, manifestándoles su desafío y queja. Todos ofrecieron asistirle, arriesgando sus vidas y gastando sus haciendas, y acordaron dar cuenta al Rey Don Alonso, que se hallaba en Burgos, a donde fueron a pedir amparo.


Enterada aquella Majestad ofreció su favor, enviándolo como embajador al Rey de Francia para que le asegurase que Hernán Pérez de Aldana era tan principal caballero, que podía desafiar a otro cualquiera de los de Francia, sin exceptuar ninguno por preeminente que fuese, y que bajo su amparo no permitiese se le hiciera superchería.


Puesto todo por obra, fue recibido Hernán y sus parientes con benigno agrado del Rey Felipe, y reunidos los Grandes de Francia se refirió el suceso.


El Duque Guillermo pidió perdón; mas Hernán propuso se postrase en castigo de su ignorancia y consintiera le pusiese los pies encima; el Duque no consintió, y Hernán suplicó al Rey terminase su querella por desafío, señalando armas y día y asegurando el campo, pues era extranjero y estaba en su reino; el Rey guardó justicia.


Llegó el día señalado, y ambos caballeros concurrieron en sus caballos a la brida, con arneses blancos, lanzas de armas, porras, espadas y dagas, usando por timbre Hernán Pérez de Aldana el lema Ave María, y llevando en su escudo las armas de Aldana, que eran dos lobos de púrpura en campo dorado.


Puestos así en la estacada, se arremetieron rompiendo lanzas, por lo que usaron las porras, dándose recios golpes, de los que salió herido en la cabeza el Duque, que cayó al suelo.


Saltó entonces Hernán de su caballo, a desenlazarle el yelmo para cortarle la cabeza, a cuyo tiempo el Rey arrojó el cetro, y los fieles del campo se interpusieron para estorbarlo, de lo que dio Hernán quejas a su Majestad, que le dijo bastaba lo hecho; que si el Duque moría quedaba vengado y si escapaba se obligaba como Rey a darle satisfacción a su agrado.


Mejorado el duque pidió Hernán el cumplimiento de lo prometido, y se le dijo pidiese lo que quería; y juntos los altos hombres de la Corte y ratificado el Rey en su ofrecimiento por tres veces, dijo Hernán:


- Señor; te pido que como traes tres flores de lis por armas, me otorgues que yo pueda traer cinco.


Disgustóle al Rey Felipe la pretensión, y ofrecióle en cambio riquezas y otras mercedes, pero el de Aldana contestó que no había ido a Francia a por riquezas, sino por su honor, y que de no cumplir el Rey su promesa, se volvería quejoso, no ya del Duque, sino del mismo Monarca.


El Rey entonces le contestó:

- Yo te las doy, si bien maldonadas; es decir, contra mi voluntad.


Desde entonces Hernán Pérez de Aldana cambió su último apellido por el de Maldonado, tomándolo de la frase del Rey Felipe, maldonadas, y comenzó a lucir por armas las flores de lis. Sus descendientes directos conservaron el apellido Maldonado; pero los parientes laterales continuaron apellidándose Aldana y usando el escudo del linaje Aldana.


Así como cambiaban los apellidos de los súbditos de España, también cambiaba el nombre de esta nación: los iberos, primeros pobladores de España, la llamaban Iberia, los griegos Hesperia, los fenicios Spania y los romanos Hispania. Los árabes la designaron con el nombre de Andalos, que después fue aplicado solamente a Andalucía.